Leo Un día cualquiera en Nueva York. La autora es Fran Lebowitz. Lo publica Tusquets. Es una antología de prosas muy picantes sobre la vida así sin más, un retrato de lo que Fran ve en esa ciudad, día a día, muchas veces poniéndose ella misma en el centro del lugar donde fabrica su veneno. Está escrito con picardía, sin perdonarle nada a nadie, pienso que alguien muy sincero con sus fracasos, sus podredumbres, puede escribir así. Hermosamente tiene más de trescientas cincuenta páginas, a cada cual más divertida, más incómoda, más tóxica. No sé si se parece a otros escritos… se la compara mucho con Dorothy Parker y una puede entender por qué, pero de todos modos es otro mundo, otra Nueva York, existen otros nombres y acontecimientos sobre los que ocuparse.
Me gustan los libros que hacen reír, libros que incluso medio nerviosas por la incomodidad que provocan, sacan sonrisas que no son más que la complicidad de los malos. Los que ven cierta miseria, detallitos miserables en las cosas que se quedan por costumbre o porque la gente cree que son buenos. También los libros que elogian, aun con resentimiento, a una ciudad. Le gusta a una amiga, la Toledo, le gusta la Lebowitz. La Toledo es una criatura muy inteligente, el cuerpo no le termina en la piel, entiendo que le gustan libros que reflejan la película que ella mira a su alrededor. Se lo recomiendo a personas como ellas. A los cínicos, a los resentidos, a los fracasados, a los que no entienden la vida sana. Será como un eureka. No le encuentro carencias o defectos a ningún libro en general, simplemente reconozco mi incapacidad para leerlo, para que me guste, al fin y al cabo es solamente eso, que se encuentren dos modos de ver la vida que vienen de regiones diferentes. A lo sumo, si leer un libro se parece a una tortura, salteo las páginas.