¡Marcos Gendre no para de publicar libros! En este, ojo avizor, hace un recuento exhaustivo de la multitud de grupos que parió Mánchester (Joy Division, The Fall, The Smiths, Stone Roses, Happy Mondays, etc.) durante el último cuarto de siglo. Un libro que intercala sabiamente narración e intervenciones extractadas de músicos mancunianos que glosan las maravillas del último movimiento musical genuino de la era rock (por supuesto, incluyendo el grunge y el brit pop).
De Morrisey se ha escrito mucho. En esta autobiografía, el genio de la autolaceración repasa su vida desde su particular cosmovisión: su intento fallido de ser guionista de Coronation Street, su amor por The New York Dolls, su triunfo en el rock... a los 27 años, un análisis pormenorizado de la reclamación judicial interpuesta por Joyce/Rourke contra él por escatimarles royalties, el reconocimiento de su homosexualidad, etc. Alguien capaz de conseguir que su autobiografía se publique en Penguin Classics, sin duda, no es un tonto de baba. Como el champú, ¡tú lo vales, Morrisey!
Bernard Sumner, fundador de Joy Division y New Order, es la persona más indicada para hablar de la movida de Mánchester. Él estuvo presente tanto en su creación como en su declive. Sus memorias son un documento apasionante donde desgrana el recorrido musical tanto de Joy Division como de New Order y rinde tributo a personajes secundarios pero imprescindibles en su vida como Tony Wilson (creador de Factory Records), Martin Hannett (productor fetiche) o Rob Gretton (su mánager). Sumner es un artista total. A él se debe el sorprendente viraje musical hacia el pop electrónico tras Joy Division. ¡Y aún le sobra tiempo para ciscarse en Hooky y su deriva egocéntrica!
Peter Hook, bajista de Joy Division, ha pergeñado este libro que narra la increíble peripecia vital del templo musical que los ex componentes de Joy Division erigieron, junto a Wilson y Gretton, para mayor gloria la ciudad más trendy del norte de Inglaterra. En The Haçienda, muchos grupos mancunianos tuvieron su alternativa y muchos DJ´s pincharon la música electrónica que se gestaba en Estados Unidos, pero eso no quita para que The Haçienda fuese también un monstruo mal gestionado que dilapidara ingentes cantidades de libras. Los problemas económicos y el acoso policial por trapicheo de drogas precipitaron su temprano cierre.