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… y sigo muy enfadada
por
Itziar Feito
07.03.2025

El año pasado expresaba en un breve texto que seguía muy enfadada y este año con motivo del 8 de marzo, día internacional de la mujer, rescato mi enfado para recomendar cuatro lecturas atípicas que han roto mis esquemas y me han ayudado a cuestionarme. Este ejercicio me ha conducido a la sensación de que debemos ejercitar nuestras nociones de autocrítica, a pensarnos, a objetarnos, a desequilibrarnos para ver cómo apoyamos los pies en terrenos anómalos y cómo esto nos hace sentir, vulnerables, pero segures de que este desempeño nos hace mejores (y no en un sentido de autosuperación o crecimiento personal, sino en un sentido de autorreconocimiento) en un mundo cada vez más convulso.

Comparto con todes vosotres mis cuatro lecturas:

Rester barbare de Louisa Yousfi. Un breve ensayo que nace de la indignación y la lucidez que cuestiona la dignidad blanca y reivindica el derecho a la rabia: “es el propio esclavo quien enseña al amo el sentido de la libertad. No solamente la suya, negada y ultrajada, sino también la del amo, alienada en una relación condenada a la destrucción recíproca. El paraíso para todos o el infierno para todos”. Louisa cuestiona la separación de género para alinearse con sus iguales (es hija de inmigrantes argelinos) cuando son oprimidos y señala que el feminismo es un término vacío, un arma civilizadora del Estado que no se interesa por las mujeres, sino que entra en los barrios populares para continuar con la misión divisora de su comunidad. Por tanto, el feminismo debe ser siempre antirracista y abandonar las construcciones abstractas para centrarse en un pensamiento materialista que habla de nuestras condiciones concretas como mujeres.

Desde los zulos de Dahlia de la Cerda. Revisito mi ejemplar de Desde los zulos y me encuentro la pulsera de una fiesta a la que acudí en México donde bailé sudada y los alegatos pro-Palestina no pararon a lo largo de la noche. Aquel México donde bailé es el lugar de procedencia de esta autora a la que le sobra barrio, el país donde todos los días son asesinadas nueve mujeres, muchas de ellas menores de nueve años y ocurre una violación cada cinco segundos. Este texto habla del amor como opio, del lesbianismo como lugar de resistencia, de las mujeres rudas que carecen de lo privado porque estaban siempre en la calle o trabajando en el hogar, de que también hay explotación en limpiar baños llenos de mierda, de las feministas indígenas, de las diferentes opresiones, de la guerra contra el narco o de los abortos en casa. Necesitamos un feminismo más allá de la blanquitud y recordar, como afirma Dahlia de la Cerda que “las mujeres no somos ángeles y sí somos capaces de violentar”.

Les féministes t'encouragent à quitter ton mari, tuer tes enfants, pratiquer la sorcellerie, détruire le capitalisme et devenir trans-pédé-gouine de Alex Tamécylia. Esta frase estrafalaria (algo así como “las feministas te alientan a dejar a tu marido, matar a tus hijos, practicar la brujería, destruir el capitalismo y convertirte en lesbiana-trans-queer”) fue pronunciada por un señor estadounidense, evangélico y magnate de       los medios de comunicación (vaya, qué coincidencia). Sin embargo, mis amigas feministas están más ocupadas trabajando, cuidando de sus entornos, intentando ir a cines independientes, poniendo en marcha su práctica artística, luchando para la regulación de los alquileres, yendo al fisioterapeuta para aliviar el dolor de espalda, reservando para veinte en el restaurante al que iremos el próximo sábado, ayudando a la persona que no se tiene en pie en la puerta del Apolo, avisando a su hermano pequeño de que hoy es el cumpleaños de su tía, cediendo un asiento en el metro o preguntándome qué tal después de esta etapa rara. Este ensayo-poema nos hace reflexionar sobre las evidencias de la desigualdad volcando datos objetos mientras conversa con autoras que le preceden como Mona Chollet, Élise Thiébaut, Monique Wittig o Valérie Solanas.

Le chair est triste hélas de Ovidie. Ovidie ha comenzado una huelga de sexo con hombres y nos lo cuenta sin intentar tejer un alegato, convencernos de nada, nos narra libre cómo se ha sentido ella, las muchas ocasiones que ha sufrido en silencio, su comportamiento en esas parejas donde tu novio no tiene ganas de follar y te sientes indeseable o las veces que pagó su propia frustración con los amantes que no se empalmaban: recalcando que sus conductas, aunque problemáticas, no pasaban por la violación. Se niega a confesar que su paso por la pornografía fue horrible, que vendió su cuerpo, ¡pues no! No le humilla aquella experiencia (que es mucho menor que su trayectoria como periodista o directora) y que su cuerpo sigue en su sitio, entero, campante. Una narración interesante sobre un proceso donde volver a la vida conyugal y las camas compartidas queda descartado y donde la sologamia le ha ensanchado la mirada porque ha aprendido a entrever sus auténticos deseos.

En este día, pensamos todas en las mujeres afganas, sometidas por un régimen que ha puesto en marcha un apartheid de género. Un país donde las mujeres solo pueden ser atendidas médicamente por mujeres, pero estas ya no pueden acudir a la universidad para formarse, un sinsentido. Que alguien venga a decirme que no tengo razones para estar enfadada.

Rester barbare
Yousfi, Louisa
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Mantenir-se bàrbar
Yousfi, Louisa
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Seguir siendo bárbaro
Yousfi, Louisa
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Desde los zulos
De La Cerda, Dahlia
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Les féministes t'encouragent à quitter ton mari, tuer tes enfants, pratiquer la sorcellerie, "détruire le capitalisme et devenir trans-pédé-gouine"
Tamécylia, Alex
12.85 €
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La carne es triste "Por que dejé de follar con hombres."
Ovidie
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