De esta novela me gusta todo, desde el título original, The Age of Grief, y su traducción al castellano que refleja tan bien el tono de la historia, hasta la extensión, pasando por la resignación del narrador, el desenlace y el tema universal del amor y desamor pero escrito sin filtros pastelosos.
Smiley retrata con cercanía y compasión a un matrimonio en la treintena, que por inercia y sin habérselo planteado demasiado se encuentra con una vida muy asentada e inamovible: ambos son dentistas, tienen una clínica propia donde trabajan sin deslomarse, tienes varios empleados, tres hijas pequeñas y una casa en la montaña recién comprada. Pero Dana en un momento inesperado se da cuenta que nunca más será feliz y lo verbaliza. Algo se ha quebrado en ella y en el matrimonio. Tras esta frase lapidaria, el narrador y padre de familia, Dave, intenta asimilar y encajar el golpe, entender el porqué, mientras lidia con los problemas cotidianos, desde el paciente insolente y maleducado con el que acaba mimetizándose hasta un gripazo monumental y nunca mejor descrito.
Smiley narra la vida de esta familia como si fuese una historia de terror psicológico, con tanta tensión in crescendo que en cierto punto te planteas el dejar de leerla, pero no hacerlo sería una traición a una grandísima autora.