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Entrevistas
Entrevista a Belén López Peiró
por
Finestres
22.04.2025

En mayo comienza un ciclo que has titulado Universo salvaje. ¿Qué pueden esperar de él los asistentes?

Universo salvaje es una propuesta colectiva que ubica a la lectura en el centro de la reflexión. Nos reuniremos y conversaremos en torno a obras que desde la más absoluta belleza -poética, ensayística, ficcional- desdibujan las fronteras entre lo humano y lo no humano, dando voz a otros seres no solo animales y vegetales, sino también seres montañas, seres ríos, seres que forman parte al igual que nosotras de este planeta al borde del colapso ecológico. Textos que nos invitan a repensarnos, pero sobre todo a imaginar y proponer otros mundos por venir desde el respeto, la empatía y la coexistencia.

A lo largo de las semanas, propones lecturas para repensar nuestra relación con el mundo natural, no solo desde el ensayo, sino también desde la novela, la poesía, los cuentos... ¿Cómo puede la literatura encontrar nuevas formas de acercarnos a la naturaleza?

Más que acercarnos, creo que la literatura puede, sobre todo, ayudarnos a problematizar el concepto heredado de naturaleza (idealizada y separada de los humanos) y proponer un ejercicio de imaginación, en el que podamos fantasear (y entonces hacer posible) una forma de habitar este mundo sin necesidad de destruirlo, siendo parte de un tejido más complejo, interconectados con las demás criaturas que conviven en este planeta.

¿En la literatura, tradicionalmente, se ha tratado a la naturaleza como un mero decorado o símbolo?

La literatura es un espejo de la sociedad. Y durante mucho tiempo el humano se consideró alguien distinto, superior a su entorno. Soberano y legislador sobre lo natural. Con derecho a someter y dominar a través de la técnica. Íntimamente ligado al desarrollo del capitalismo. Y a la creciente destrucción material del planeta.

¿Existen ahora nuevas formas de narrar menos antropocéntricas?

Absolutamente, creo hay cada vez más autoras interesadas en esto. Por ejemplo, en relación a la animalidad. Si en un determinado momento se concibió al animal solo desde la carencia,  ahora hay literatura que lo reconoce como sujeto de experiencia. Y la ficción es un vehículo clave. Posibilita la experimentación, amplía perspectivas, crea diversos imaginarios de lo viviente. Océanos visto en los ojos de una ballena, ríos que son ecos del futuro, historias enteras narradas desde el punto de vista de un perro.

¿Puede un libro cambiar nuestra forma de ver y relacionarnos con la naturaleza?

Creo que un libro puede ayudarnos a entender el pasado para reaprender nuestro presente y elegir cómo seguir. Y eso es mucho decir.

¿Recuerdas alguna lectura que haya cambiado la tuya?

Muchas, pero quiero mencionar Reunión, un experimento de escucha y escritura de Dani Zelko. A partir del cual surgen obras como Caístulo, un texto camino, donde un hombre que vive en territorio indígena wichí recita los mensajes de los árboles.

La primera sesión la dedicas a Selva Almada y citas su discurso: “tal vez ahí está la auténtica periferia, en la escritura orillera, de borde y desborde”. Ella hacía referencia a la periferia argentina, pero el mensaje puede ser extrapolable. ¿Por qué es importante escribir desde los márgenes?

Creo que mantenerse al borde de las tradiciones centrales, mirar las cosas desde un lugar levemente marginal, permite muchas cosas. Sobre todo, correrse de la norma. Cuestionarla a partir del juego. La experimentación. La desfachatez. Permite la escritura porque sí. La escritura inútil. Que en esta sociedad deteriorada por el individualismo productivo es sinónimo de desobediencia.

En Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal se desmonta nuestra visión tradicional de las plantas. ¿Puedes desvelar algunos de los descubrimientos que les esperan a los lectores?

Más que un libro, es un despertador. Nos ayuda a salir del letargo. Observar el mundo vegetal con otros ojos. Recuerdo particularmente una en relación al lenguaje. Cuál es el vocabulario, la sintaxis única que las plantas y los árboles utilizan para comunicarse entre ellos. Cómo son capaces de reconocer a sus parientes y comportarse de forma más amistosa con ellos. Algo que profundiza luego también la experta mundial en ecología forestal Suzanne Simard, quien compara a los árboles con personas y habla de cómo los árboles madre enseñan y protegen a los retoños.

En la tercera sesión, abordaremos el mundo animal a través del libro Una ballena es un país, de Isabel Zapata. ¿Qué ofrecen estos poemas a la hora de acercarnos a la animalidad?

Pura belleza. Y lucidez. En el prólogo, Isabel Zapata dice: no es necesario convertirnos en dueños de lo que amamos. Y a lo largo del libro, abre la puerta hacia una ética del cuidado y la interconexión entre especies. Pistas que nos permitan continuar con el debate urgente en estos días: qué estamos haciendo para mantener vivo el universo salvaje que nos rodea.

Cierras el ciclo con una pregunta crucial: “¿Cómo podemos hacer la tierra más habitable?” A través de la lectura de la obra de Bruno Latour, ¿encontraremos una posible respuesta?

Tal vez lo que encontremos sean más preguntas, y eso está bien, ¿no?

¿Hay algo más que te gustaría compartir para animar a asistir a este ciclo?

Creo que reunirse a imaginar colectivamente es una propuesta interesantísima, pero sobre todo necesaria en los tiempos que corren.