Librero
Empezó a trabajar en esto por casualidad hace más de 15 años en un sitio donde los libros son ridículamente caros, pero ahora mismo y luego de pasar por disquerías y tiendas de cómics quizás podría ser una causalidad. Por el entusiasmo que le despiertan ciertos libros y autoras colaboró en medios y editoriales e incluso pensó dedicarse a la investigación académica, pero el oficio de librero le resulta más propicio y razonable, más adecuado y modesto, o, al menos, más acorde a esta frase de Luis Chitarroni: «quienes intentamos orientar o guiar podemos ser unos farsantes o los últimos representantes de una religión inútil.»
Librera
Nació en Tortosa y vivió en L'Hospitalet de l'Infant hasta que vino a Barcelona a los dieciocho años. Aún hoy sigue sin pronunciar la neutra. Se licenció en Humanidades y tras intentar la docencia decidió que los adolescentes merecen profesores con más vocación. Fue guia en el MACBA e impartió clases de alfabetización para inmigrantes hasta que se atrevió a trabajar de librera. Es parte de la asociación GRAF que organiza un festival de cómic y edición independiente en la Fàbrica de creació Fabra i Coats. Cuando conoció a Adrian Tomine tartamudeó y cuando conoció a Seth le vendió un libro de Louise Bourgeois. Bebe vino DO Montsant y, en cuanto pueda, volverá a visitar volcanes.
Ayudante de comunicación
Nacida y crecida en Mataró, se mudó a Barcelona en 2013, cuando terminó la carrera. Siempre había querido irse a vivir fuera, pero nunca lo hizo. En lugar de eso, ha dado muchas vueltas por el sector cultural de Barcelona. Ha escrito para varios medios, ha formado parte de equipos de comunicación de festivales de música y de cine y, como buena millenial, ha hecho todo tipo de trabajos para pagar el alquiler. Un día entrevistó a Rosalía y cuando le sale escribe poesía. Siempre que entra en una librería tiene la tentación de quedarse a vivir ahí.
Librero
Absolutamente barcelonés. De niño necesitaba(!) ser arqueólogo, pero luego se le pasó. En un ejercicio de inocencia, no obstante, empezó a desenterrar poemarios que sus padres habían acumulado por casa.
Creciendo con la compañía de Sexton, Boris Vian y Bishop, una noche de verano se enamoró de Shakespeare. La pasión por la escena lo condujo hasta el Institut del Teatre, donde todavía estudia.
Se declara frikifan de la mousse de limón y The Cardigans. Su guilty pleasure es ser un otaku rematado.
Con todo, incluyendo la mousse de limón, publica un poemario con LaBreu: Quadrupèdia (2023).
Cuando tiene tiempo, se troncha con Lina Morgan.
Librera
Cuando era pequeña vivió en un pueblo cercano a Boston y desde entonces siempre tiene la cabeza un poco al otro lado del Atlántico. Licenciada en Humanidades, haciendo prácticas y pequeños trabajos pasó por diferentes sectores del mundo del libro hasta llegar a La Central. Allí descubrió el oficio y aprovechó para aprender y disfrutar de sus compañeros libreros, esa especie maravillosa. Seis años después y poco antes de que abriera, empezó a trabajar en la Nollegiu del Clot. Cuando pasea escucha podcasts sobre política de los Estados Unidos y siempre tiene un libro de poesía cerca, por lo que pueda pasar. Viajó hasta Rodmell en busca de Virginia Woolf y le hubiera encantado oír recitar a Adrienne Rich.
Librero
Catalán de nacimiento, brasileño de corazón y saudade. Leyó 1984 cuando todavía era futurista y desde entonces devora libros de narrativa fantástica intentando recuperar aquella sensación. Físicamente incapaz de pasar delante de una librería sin entrar, ha estado catorce años vinculado a Gigamesh, primero como librero y después como editor, con un paréntesis de doce años en la Amazonia en el que se dedicó a hacer el gringo y acumular experiencias para mejorar su bio. Obviamente, ahora es demasiado tímido para compartirlas.
De mayor talvez vuelva a hacer de detective privado, ya que no quedó demasiado satisfecho del primer intento. Igual por eso se traga el noir como si no hubiese mañana. Bueno, por eso y porque cree que es la única manera de entender la realidad.
Librera
Desde pequeña que le fascinan los piratas y debe de ser por eso que entró en el mundo de las librerías, para poder viajar sin moverse, porque no tenía ni barco, ni loro. Estudió dirección cinematográfica para descubrir que lo que mas le gustaba era la narrativa, así que desplegó las velas para escribir su primera novela de piratas.
Para relajarse lee a Jane Austen u Oscar Wilde y cuando tiene ganas de caña se sumerge en la grit lit. Quizás demasiado, porque ahorra para tener una casa con porche, gallinas y tocar el banjo mientras se toma un té. Entre sus referentes destaca John Steinbeck, Robert Louis Stevenson y Bonnie Jo Campbell. Le encantan las culturas antiguas y Egipto le enamora de manera especial, quizás porque en el recreo jugaba a ser Tutankamón. El humor absurdo es su lema y cada día agradece poder disfrutar de la fantasía de Terry Pratchett.
Programadora
Lleva más de veinte años vinculada al mundo de la edición. Tras pasar por la facultad de Traducción e Interpretación con el sueño no realizado de conseguir una plaza de intérprete en la ONU, acabó traduciendo pólizas de seguros hasta caer rendida por el aburrimiento. Al poco tiempo, le ofrecieron unas prácticas en Grup 62 y allá tuvo la corazonada de que lo suyo era la edición. Con 25 años, sin haber visto nunca unas galeradas, aceptó el reto de dirigir una editorial y acabó a cargo de varios sellos del grupo. Tras nueve años apasionantes rodeada de grandísimos editores y autores, dejó la editorial para viajar por México y Asia. A su vuelta, gracias a una buena amiga, conoció a un editor holandés que buscaba una scout, momento en el que empezó a trabajar como tal. A su primer cliente se le han sumado otros editores extranjeros y otras empresas culturales. Tiene debilidad por las novelas ambientadas en internados, en campus universitarios y en familias disfuncionales, también por la literatura latinoamericana y por las nuevas voces. Lleva ya diez años trabajando de scout y entre manuscrito y manuscrito se escapa a nadar.
Programadora
Ha publicado dos novelas, La dona que es va perdre (2012) y El dia del cérvol (2016), pero antes había sido muchas otras cosas: filóloga románica, agente de artistas de la calle, guionista de televisión y exposiciones, reportera, recomendadora y presentadora de programas de libros en la televisión y en la radio, traductora, columnista y profesora de escritura. Desde 2009, escribe crítica literaria en el periódico Ara y ha traducido al catalán obras de Maggie Nelson, Virginie Despentes, H.D. Thoreau, Judith Butler o Rebecca Solnit. Fue particularmente feliz formando parte del equipo de los programas de libros de televisión Saló de lectura (BTV, 2002-2006) y L’hora del lector (Canal 33, 2007-2011). Entre 2016 y 2019, ha sido comisaria del programa «Barcelona Ciudad de la Literatura UNESCO» del Ayuntamiento de Barcelona, desde donde ha planificado (cuando la han dejado) políticas públicas de fomento de la lectura, difusión del patrimonio literario y dinamización del sector profesional del libro en la ciudad.
Librera
Creció en el barrio madrileño de Puerta del Ángel, ahora gentrificado. Estudió Literatura General y Comparada, con especial interés en la erótica femenina, mientras trabajaba como librera en FNAC y más tarde, en el Museo del Prado. También hizo un Máster en Edición, pero las oficinas no son lo suyo. Es experta en localizar bodegas clásicas y organizar veladas con lxs suyxs para mantener acalorados debates; de no encontrarse cerveza en mano, estará bailando con sus amigxs, yendo al cine o a los fogones. Podría sobrevivir a base de sopas y queso y tiene por costumbre autorregalarse flores cada mes.
Bar Watson
Aunque nació en Barcelona suele hablar muchísimo de León, donde durante años regentó «el bar más deficitario de toda la provincia».
También, a su manera, el bar más bonito que ha visto nunca. Tal como le pasó a Viel Temperley, a los quince años quiso ser marinero, pero hace mucho que la economía apenas le alcanza para mirar el agua desde lejos. Ha subsistido durante años leyendo y trabajando (o trabajando y leyendo) milagrosamente sostenido por la beca Dolores Molina. Ahora no sabe muy bien qué será de él sin ella.
Digamos que el pobre, al menos, lo intenta. Vale.
Librero
A poco de entrar el euro pidió lo último de Toriyama en una papelería del pueblo. Para amenizar la espera no le quedó otra que escarbar en las cajas del altillo, en busca de alguna revista del género extinta, por eso de Jurassic Park y el afán por desenterrar huesos. Encontró una pila de Super Mortadelo, algún que otro Víbora y una Interviú. Ahí acabó su interés momentáneo por los cómics.
Unos años después descubrió los ninjas en un viaje de vuelta en Renfe. No le dio ni para salir del área metropolitana. El resto de recorrido fue una eterna agonía. Pero ya existía Internet. Conoció a Otomo y Shirow, y no entendió nada. Pero ya no había marcha atrás. Volvió a Barcelona, e hizo tiempo hasta tener edad para poder vivir en una librería.
Tres o cuatro librerías y veinte años después marcó el check.
A día de hoy sigue esperando ese cómic de Toriyama.
Librero
A pesar de la adicción a la lectura desde muy pequeño y la firme convicción de que sería el Nobel de literatura más joven, la vida le ha llevado a dar un montón de vueltas para adquirir argumentos para sus historias. Así ha acabado siendo auxiliar de enfermería, barquillero artesanal, masajista en balnearios, comercial, gerocultor... Incluso, librero durante más de una década! También ha publicado un montón de cuentos como miembro del Concilio Hechicero. Lo que haga falta para tener historias que explicar y poder ser, ahora sí, el Nobel de literatura más viejo y presumir de una obra escrita a la altura de Marcel Proust, Caterina Albert, Clive Baker y Carlton Melick III.
La Gwendolyne, Gwen para los amigos, nació a principios del año 2014 y apareció en nuestras vidas en septiembre del mismo año en Mataró.
Es la relaciones públicas de la vecina Monvínic y a menudo se une al equipo de Finestres como dispensadora de amor, reclamadora de fuet o de cualquier otra vitualla. También echa una mano al Bar Watson, sobre todo los días que hay mucho afluencia de público.
Librera
Mientras estudiaba Bellas Artes tuvo la suerte de trabajar en la librería múltiplos y sumergirse en el mundo de las publicaciones de artista. Ha diseñado y maquetado libros y ha hecho algunas publicaciones propias en la inkjet de su casa, que han acabado en archivos de diversas latitudes.
Colecciona arandelas, tuercas, clips, páginas de libros sueltas, imperdibles, fotos rotas, tornillos y aviones de papel con los que se tropieza por la calle, y en su tiempo libre se la puede encontrar con una aguja de ganchillo en la mano.
Comunicación y Prensa
De Madrid. Vivió cinco años en Brasil donde comisariaba el cineclub del espacio cultural Ateliê397. También fue profesora de idiomas, y vendedora de tortillas de patata que ella misma cocinaba. De vuelta en España ha trabajado para la revista Fotogramas, Palo Market Fest y la agencia Soon in Tokyo. Desde hace siete años codirige, escribe y edita la revista digital más bonita de internet: Visual404.
Librera
De adolescente quería ser volcanóloga, o paleobotánica como Laura Dern en cierta película, pero decidió estudiar Historia del Arte y quedó abducida por las vanguardias y todos los personajes a los que nunca conocerá en esta vida.
Después de trabajar muchos años en museos y archivos como gestora cultural, divisó que lo que más le fascinaba eran las publicaciones, por lo que decidió entrar en el sector editorial. Finalmente ha saltado al mundo de las librerías, “los lugares más seguros y bonitos del mundo” según sus propias palabras, una actividad que compagina con la docencia universitaria, la autoedición y el comisariado de exposiciones.
Adora la arquitectura, los cómics y la línea clara. Tendría su casa forrada de originales de Joost Swarte.
Librera
Nací en Premià de Mar. Cuando tenía veinte años fui a Italia a estudiar, una experiencia que tenía que durar seis meses y acabaron siendo ocho años. Los pasé entre las ciudades de Milán, Nápoles y Roma y en todas ellas lo que más me gustaba era perderme en sus librerías y teatros. Cuando volví a Barcelona, estudié ilustración en la Escola d'Art i Disseny Llotja y poco después entré a trabajar como librera en la FNAC, donde he pasado dieciséis años entre las secciones de cómic y narrativa.
Producción
Bailó flamenco desde los cuatro años y el arte le acompañó, de alguna manera, en todas las decisiones de su vida. Tras ocho años en Madrid trabajando en el diseño de escenografía para teatro, televisión y publicidad, volvió a Barcelona en 2018 para dedicarse a la producción de eventos de marca.
Escribe poesía y confecciona collages digitales con los que ha realizado varios fanzines. La escritura siempre ha sido su mecanismo de expresión para enfrentarse al mundo.
Ayudante de comunicación
Nació en un pueblo de la Selva a finales de los noventa y aprendió a hablar antes que a andar. De pequeña soñaba con ser astrónoma, pero después de encontrarse con A sangre fría decidió que quería escribir. Se graduó de la carrera de Periodismo en la Universitat Autònoma de Barcelona, donde también estudió el Postgrau de Periodisme Literari. Por el camino, ha tenido tiempo de trabajar en el sector editorial, hacer diez mudanzas, escribir un boletín cultural y viajar en autoestop hasta Mongolia.
Librera
Le gustaría verse a sí misma como una travesti gótica, a medio camino entre Elvira y Catherine Deneuve en 8 mujeres, aunque en realidad es más bien algo así como una Andy Sachs de El diablo viste de Prada pero en una versión mucho menos triunfadora. Estudió filología hispánica porque quería ser escritora además de lectora, sin pensar mucho en los inexistentes beneficios económicos que estaba creando para su futuro. Acabó obsesionándose con la poesía, especialmente con aquella que habla sobre la relación simbiótica entre la espera y el deseo, y esa obsesión la llevó a una espontánea conferencia en Alicante, cuya publicación negaron por ser «demasiado poética y muy poco académica». Estuvo de becaria en la biblioteca de la UB donde acabó aprendiéndose de una vez el abecedario y dándose cuenta de que su trabajo soñado estaba entre libros. Entre medias se volvió loca con Madonna, Julia Child, los videojuegos, Sylvia Plath, la literatura asiática y decidió que su lápida debería estar en algún lugar solitario, tenebroso y rodeado de lirios.
Librero
En la primera librería en la que trabajó el catálogo todavía estaba construido con fichas de cartulina (tres por libro). Veinte años después "la lanza aún vibra", que diría Peter Handke.
Habrá recomendado miles de libros, ha traducido uno y ha publicado un puñado de ellos, en cuanto mitad O de Hurtado y Ortega.
Bar Watson
Nací en una ciudad y pasé mucho tiempo en colectivos, fui al colegio y más tarde a otro colegio y luego a otro distinto y luego, por inercia, a la universidad. Luego crucé aduana y volví para hacer lo mismo. Ahora estoy aquí.
Directora y librera
Se licenció en Historia del Arte, su otra gran pasión aparte de los libros, y cursó un posgrado muy útil en Filosofía y Estética del Arte Contemporáneo en la Fundación Miró. Comenzó a trabajar en librerías de manera anecdótica, durante la carrera, en la Proa del Teatre Nacional de Catalunya. Ha ejercido de comisaria independiente en centros cívicos de la ciudad de Barcelona y de coordinadora de un proyecto artístico originalísimo en las Piscines Bernat Picornell (Propostes d’Art a les Instal·lacions, 2003-2007). Ha pasado por rancias salas de subastas, festivales guais de arte contemporáneo y fundaciones de arte.
Pero donde se siente cómoda de verdad es entre libros, libreras y lectoras. Desde 2005 ha trabajado en distintas librerías de Barcelona y en proyectos vinculados al mundo del libro: Alibri, Bertrand, Casa del Libro, Gremi de Llibreters de Catalunya, Nórdica Libros y Libelista. Está convencida de que las librerías son el mejor espacio en el que dejar pasar el tiempo y perderse y de que son indispensables en cualquier ciudad que quiera seguir viva. Siempre ha pensado que es una persona privilegiada por haber podido convertir su pasión en una profesión.
Pero donde se siente cómoda de verdad es entre libros, libreras y lectoras.
Nació en enero de 2018, pero no fue hasta el 2020 cuando llegó a Cataluña y escogió la familia con quien pasaría la pandemia.
Especializado en pedir caricias y calentar pies en invierno, también domina la mirada imploradora que hará que le des cualquier alimento que estés comiendo.
Normalmente, teletrabaja, pero lo podéis encontrar en la librería algunos viernes y después de las campañas de Navidad y Sant Jordi como bálsamo sanador de los libreros agotados.
Administración
Miope, con ojo vago incluido, no se dio cuenta que lo que le regalaron en navidad no era una Game Boy hasta varios días después. Eso no le impidió ir diciendo por ahí que era subcampeón de Tetris en España.
Repartió millones de cartas, descargó toneladas de productos farmacéuticos y sirvió cafés y bocadillos hasta que por fin decidió trabajar sentado. Se compró camisas claras con bolsillo y empezó a ir a la oficina (en diferentes empresas); en principio como contable, pero no le hace ascos a enfrentarse a lo que sea que le obligue a alejarse del escritorio.
Ordenado no practicante, su escritorio es un espejo de su cabeza: centenares de notas, sin sentido aparente, desparramadas. Un buen día lo organizará y saldrá algo de provecho.
Entre sus hitos vitales se encuentran: no tener percepción tridimensional, haber ganado algún “Repte dels divendres”, el colesterol por encima de 200 y ser compañero de piso de Archi.
Programador
Nace en Sant Boi de Llobregat el mismo año que los Pixies publican Bossanova, pero ha tardado 32 anys en escuchar el álbum entero. Bajo el alias de Víctor Parkas firma el libro de relatos Game Boy y participa en las antologías Una risa nueva y Ya no recuerdo qué quería ser de mayor. Sus artículos han aparecido en medios como como El Periódico, El Nacional.cat o El Quadern de El País. También ha escrito ficciones breves para el semanario Time Out. Vive en Hospitalet de Llobregat junto a su pareja y sus dos hijos. Desde 2020 escribe única y exclusivamente en catalán. Pont aeri es su primera novela
Ayudante de producción
Cuando tenía siete años ya se había mudado incontables veces. De padre argentino y madre inglesa vive una crisis identitaria cada cinco años. Cuando era adolescente montó un club de cine con su grupo al que el resto del instituto llamaba “los de negro”, con el que descubrieron a Bergman, Kurosawa y Chantal Akerman. Quería convertirse en John Waters, pero al darse cuenta de que necesitaba dinero para vivir estudió la lucrativa carrera de Antropología Política.
Después de vivir siete años fuera en distintos países decidió volver a España en 2019 para estar cerca de su hermana pequeña. En 2021 se muda a Barcelona para trabajar en la gestión artística y cultural gracias a la Beca Santander Emplea Cultura.
Obsesionada con el archivo, tanto personal como histórico, crea el proyecto Una imagen (im)posible hackeando el escaso archivo familiar que conserva para crear nuevos sucesos del pasado. Es activista en el archivo de Ca La Dona y sueña con filmar su propio The Archivettes.
Actualmente, compagina la producción cultural con la escritura de teatro y ficción audiovisual. De hecho, está infiltrada en Finestres para escribir una serie de una librería.
Librera
Tiene la dudosa costumbre de estudiar cosas poco prácticas que hacen de ella una temible adversaria al Trivial. Licenciada en Historia Medieval y en Teoría de la Literatura, era solo cuestión de tiempo que acabase siendo librera. Y así fue. Después de unos cuantos trabajos no muy bien remunerados en el mundo de la cultura, la epifanía llegó en la que fue la librería del Centre d’Art Santa Mònica. Allí quedó prendada de una vida rodeada de libros y de la gente que los ama y renunció para siempre a llevar una manicura en condiciones. Ha trabajado en distribución y fue librera en La Central durante un montón de años. Francófila sin complejos, le encanta la microhistoria, la teoría de género, la política y los espectáculos de drag queens. En su tiempo libre intenta destruir el patriarcado.