¿En qué momento de tu vida has sido más feliz?
Lo pienso y creo que cuando más feliz he sido, más que en los momentos felices en sí, es en el camino hacia un lugar en el que iba a ser feliz: en un tren, caminando hacia una fiesta, esperando a mis amigos en casa con la mesa puesta, en el momento previo a terminar un texto, durante la bajada de escaleras vertiginosa de mi perra antes del paseo.
¿Cuál es tu mayor miedo?
La enfermedad y el dolor. No comprender a la gente de alrededor en absoluto o que la gente de alrededor no me comprenda, esa desconexión que significaría la soledad definitiva.
¿Cuál es tu primer recuerdo?
Un delirio de fiebre que tuve a los tres o cuatro años. Llevaba un peto blanco y estaba en China. Me veía a mí misma en China. Desperté y le dije a mi madre que había estado en China.
¿A qué persona (viva) admiras más y por qué?
A cualquier animal al sol. Admiro los instintos primarios, la capacidad de ser plenamente feliz con poco, el analfabetismo, la no necesidad de hablar, el regodearse en el placer. Algunas viejas en calma me producen ese mismo efecto.
¿En qué época histórica te gustaría haber vivido?
Ahora, sin duda. Antes me habría muerto enseguida. Soy muy débil.
Haznos una pequeña lista de tus libros o autoras preferidas.
Lina Meruane, Lydia Davis, María Negroni, Roque Larraquy, Antonio di Benedetto, Natalia Ginzburg, Lorrie Moore, Cesare Pavese, Nabokov.
Si pudieras ser un personaje de ficción, ¿cuál serías?
Ese personaje del cuento de Lydia Davis que observa los sonidos de su casa y los percibe como palabras: la lavadora en el ciclo de centrifugado (pakistani, pakistani), la lavadora agitándose, esta vez más despacio (firefighter, firefighter, firefighter), los platos recién lavados recolocándose (neglected).
¿Cuál es tu olor favorito?
La cabeza de algunos perros, que huele a panadería medieval y sal.
¿Cómo te defines políticamente?
Desesperanzada. Creo en intentar ser amable con la gente de alrededor, hacer el bien en el entorno más inmediato. Siento que es la única salvación posible, y a veces, ni siquiera proponiéndomelo me sale. No creo que ningún partido pueda arreglar el mundo, y ya empiezo incluso a desconfiar de que puedan mejorar las cosas. Sólo pido que no empeoren. Y voto para que no empeoren.
¿Cuál es tu placer culpable?
Releer muchas veces un libro que ya he leído, comer grandes cantidades de algo muy soso hasta que le saco el sabor, espiar en internet las vidas de los hijos de los famosos, introducir pequeños datos inventados dentro de algunas anécdotas a la hora de contarlas. La improductividad y los actos sin objetivo me producen un placer inmenso.
¿A quién invitarías a tu fiesta ideal?
A mis amigos y a algún desconocido escogido al azar.
Explícanos el momento más vergonzoso de tu vida.
Hace años, en una época horrible de mi vida, fui a una fiesta. Me costaba hablar con la gente, captar mínimamente la atención de alguien. De pronto vi a una chica al otro lado de la sala. Fueron tres segundos: me pareció amigable, sentí una súbita alegría, quise acercarme a ella y me di cuenta de que la chica era yo misma reflejada en un espejo. Alguna gente de la fiesta se dio cuenta.
¿Cuál consideras que es tu mayor hazaña?
Hubo muchos años de mi vida en los que estaba segura de que mi vida sería una desgracia. Mi mayor logro es haber conseguido torcer ese destino que me parecía tan claro.
¿Qué canción o canciones te gustaría que sonaran en tu funeral?
Canciones inventadas por mis amigos para la ocasión. Y Las Criaturas, de Silvio y Sacramento.
¿Dónde te gustaría estar ahora mismo?
Terminando de escribir un libro o empezando otro con muchísima fe.
¿Cómo te gustaría ser recordada?
Por la anécdota de saludarme a mí misma en el espejo. También me encantaría que me recordasen porque mi espectro se aparece. Siento que sería mucho más efectiva como fantasma que como persona.